El incremento del estrés hídrico hace necesaria la implementación de procesos para lograr la eficacia del riego en el campo. Actualmente, la agricultura consume alrededor del 70 % del agua dulce disponible en el mundo. Esta reseñable cifra hace que su optimización se sitúe en la cúspide de la pirámide de prioridades para garantizar la sostenibilidad del sector agrícola. El excesivo uso de este recurso se traduce, además, en un incremento de los costes económicos derivados de los cultivos.
La GeoAI emerge como una herramienta indispensable para revolucionar la eficacia del riego, asegurando un uso eficiente y responsable del agua. Todo ello con foco, además, a garantizar el correcto desarrollo de los cultivos. A continuación, te dejamos algunas claves para ayudar a mejorar la eficacia del riego en el campo. ¿Estas buscando implementar soluciones innovadoras para mejorar la rentabilidad y productividad?
Cinco factores que afectan a la eficacia del riego en los cultivos
En muchas ocasiones, el sector agrícola sigue aplicando técnicas basadas en la “sabiduría popular” para desarrollar su actividad. Sin embargo, la eficacia del riego depende de múltiples factores asociados a la calidad de los cultivos y el impacto ambiental. Cabe destacar cinco factores especialmente relevantes para lograr la eficacia del riego en los cultivos:
Conocer el tipo de suelo es el primero de los elementos que deben tomarse en consideración. La capacidad de retención del agua de los suelos varía enormemente. Mientras que los suelos arenosos permiten que el agua se infiltre rápidamente, los suelos arcillosos retienen agua durante más tiempo, provocando balsas de agua si no se gestionan correctamente. Determinar la cantidad precisa de agua requiere de un análisis exhaustivo de los cultivos y el territorio en el que se encuentran.
El sistema de riego es otro de los grandes desafíos de la agricultura. A pesar de que el riego por inundación puede ser ineficiente, provocando pérdidas de agua y daños en los cultivos, esta es una de las prácticas más extendidas. Asimismo, las condiciones climáticas son, sin duda, especialmente relevantes a la hora de determinar la cantidad de agua necesaria para los cultivos. La temperatura, humedad, velocidad del viento o radiación solar influyen directamente en la evapotranspiración de los cultivos y, por tanto, a la demanda de agua.
Los cultivos se encuentran en medios naturales, por lo que la topografía juega un papel decisivo en la gestión del agua. La existencia, por ejemplo, de pendientes pronunciadas puede dar lugar a escorrentías y, por consiguiente, pérdidas considerables de agua. Finalmente, analizar las condiciones del cultivo como su demanda hídrica, tipología o fase de crecimiento son cruciales para determinar la cantidad de agua que necesitan.
GeoAI para mejorar la eficacia del riego
La GeoAI permite a los agricultores implementar estrategias eficaces para el riego, asegurando que cada gota de agua se use de la mejor forma. Aplicar modelos predictivos y analíticos de inteligencia artificial (IA) sobre datos geoespaciales, como imágenes satelitales o aéreas, permite conocer la realidad del terreno y los cultivos, ayudando a focalizar el uso de agua en las áreas que lo necesitan.
Por un lado, esta tecnología permite analizar la humedad relativa del terreno en su conjunto, cruzando estos datos con información meteorológica y del estado de los cultivos para determinar la cantidad de agua que necesita cada una de las áreas del cultivo. Por otro lado, la GeoAI ayuda a realizar una monitorización constante para adaptar el uso del agua a los cambios estacionales e, inclusive, a la evolución de los cultivos, tomando en consideración factores como la especie cultivada.
Cuatro beneficios de la GeoAI en el riego
En definitiva, la GeoAI presenta amplios beneficios para mejorar la eficacia del riego en el campo. Su impacto positivo no se limita a los agricultores, reduciendo el impacto ambiental de sus actividades. Destacan cuatro aspectos especialmente relevantes:
- Optimización de los costes: reducir la cantidad de agua empleada para el riego repercute en menores costes de energía y mantenimiento, incrementando la rentabilidad del sector agrícola.
- Incremento de la productividad: proporcionar a los cultivos la cantidad de agua adecuada en el momento preciso ayuda a los agricultores a mejorar la calidad y cantidad de las cosechas.
- Ahorro de agua: mejorar la gestión del riego en el campo ayuda a los agricultores, independientemente de su tamaño, a reducir de forma significativa el consumo de agua.
- Sostenibilidad: minimizar el desperdicio de agua y evitar el agotamiento de los recursos hídricos hace que los agricultores contribuyan a la sostenibilidad del sector en el largo plazo.