Captura de carbono: avances y desafíos de los datos geoespaciales

30 May, 2024

Los mercados de carbono, surgidos a raíz del Protocolo de Kioto en 2005, se han convertido en un mecanismo fundamental para asegurar nuestra supervivencia en el planeta. Estos mercados permiten a individuos, empresas y países comprar créditos de carbono para compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero, invirtiendo en proyectos que eliminan carbono de la atmósfera, como la reforestación, el impulso de las energías renovables o el fomento de la transición energética.

En la actualidad, Europa cuenta con el Sistema Europeo de Comercio de Emisiones (EU ETS), el mercado de carbono más grande del mundo. Cada año, generamos 32.000 millones de toneladas de CO2. Según estimaciones del MIT, necesitaríamos 200.000 millones de árboles para compensar estas emisiones. Estas cifras ponen de manifiesto una realidad alarmante: no hay suelo suficiente para plantar tantos árboles y, además, su efecto llegaría tarde. ¿Sabías que los datos geoespaciales permiten una nueva forma de medir los capturadores de carbono?

¿Cómo funciona la captura de carbono?

La captura de carbono, también conocida como «secuestro de carbono», es un conjunto de procesos que buscan retirar el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera para mitigar los efectos del cambio climático. Estas tecnologías se clasifican en tres categorías principales según su destino final:

  • Captura y almacenamiento de carbono (CAC): Esta tecnología se centra en la captura del CO2 de fuentes puntuales, como plantas de energía o procesos industriales, para su posterior almacenamiento.
  • Captura, almacenamiento y uso del carbono (CCUS): Esta tecnología va más allá del almacenamiento y busca aprovechar el CO2 capturado como materia prima para diversos sectores industriales.
  • Bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS): Esta tecnología combina la biomasa con la captura de carbono para crear un proceso de generación de energía con emisiones negativas.

Métodos de captura de carbono

Al igual que sucede con cualquier otra tecnología, existen diferentes métodos de captura de carbono. A pesar de que los más conocidos son aquellos que contemplan el “secuestro de carbono” directamente de la atmósfera, hay otros métodos que son cada vez más populares:

  • Captura antes de la combustión: se aplica en las instalaciones industriales antes de que el CO2 se mezcle con los gases de combustión.
  • Captura después de la combustión: utilizada en las chimeneas de las instalaciones industriales para capturar el CO2 de los gases de combustión.
  • Captura directa del aire: la metodología más frecuente, que permite capturar el CO2 directamente de la atmósfera.

Datos geoespaciales e IA para medir la capacidad de captura de carbono

Los bosques del planeta actúan como pulmones verdes, absorbiendo alrededor de 2.300 millones de toneladas de CO2 al año. Esto significa que cada árbol maduro, aproximadamente a partir de los 20 años, captura en promedio 10 kilos de carbono en doce meses.

Si bien la reforestación o plantación de árboles es una estrategia válida para compensar las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la actividad humana, la escasez de espacio para «construir» nuevos sumideros de carbono nos impulsa a buscar alternativas innovadoras.

Datos geoespaciales e IA para medir la capacidad de captura de carbono

En este contexto, el análisis de datos geoespaciales junto con modelos predictivos y analíticos basados en inteligencia artificial (IA) emerge como una herramienta poderosa para identificar nuevos capturadores de carbono.

Más allá de los árboles, los datos geoespaciales han permitido descubrir la capacidad de absorción de carbono de otros elementos naturales, algunos de ellos especialmente interesantes:

  • Suelo permeable: las gotas de agua de la lluvia, que captura CO2, son absorbidas por el suelo, que filtra su contenido y retiene esta sustancia. Por increíble que parezca, el suelo absorbe el 25 % de las emisiones.
  • Biodiversidad: la fauna y flora presente en el agua marina y dulce cuenta con un gran potencial de captura de carbono. Es el caso de las ballenas, que, de media, absorben 33 toneladas de CO2, el equivalente a mil árboles, según un estudio publicado por el Fondo Monetaria Internacional (FMI).

Sumideros de carbono: un mercado emergente

El Pacto Mundial de la Organización de Naciones Unidas (ONU), establece la obligatoriedad de reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero un 43 % hasta 2030 y un 60 % hasta 2035 en relación con los niveles de 2019, alcanzando la neutralidad de carbono en 2050. Medidas drásticas que buscan garantizar la habitabilidad de la Tierra.

La capacidad de los datos geoespaciales para cuantificar la captura de carbono de elementos que van más allá de los árboles hace que sean un gran aliado para la transición hacia la economía circular y regenerativa. Esto se debe a las alternativas que permite barajar como, por ejemplo, la comercialización de bonos de carbono por parte de los gobiernos de las ciudades; o la creación de un mercado en torno a la capacidad de absorción de carbono del suelo agrícola.

Ingresos que empresas, gobiernos e instituciones podrían destinar a mejorar la sostenibilidad de las ciudades y mantener o crear nuevos sumideros de CO2 que permitan una fuente de ingresos constante. Sin duda, los datos geoespaciales y la inteligencia artificial (IA) darán lugar a un cambio paradigmático en relación con la mitigación del cambio climático en los próximos años.

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